Hace más de doce años llegó a mi “por casualidad” la
posibilidad de conocer y recibir iniciación en una técnica bastante desconocida
por aquel entonces, se trataba de Reiki. Es difícil expresar con palabras la
sensación que yo experimenté al recibir la energía Reiki de manos de mis
compañeras durante las prácticas. Se trataba de un calor amoroso, que te
arropaba y cuidaba. Sentía tanta paz, amor y agradecimiento por esa energía que
recorría mi cuerpo. Llegó a mí la comprensión de las palabras que dice La
Biblia: “Dios se está más cerca de ti que tus propias narices”, ¡Claro, si es
que está dentro de nosotros, es decir, forma parte de nosotros, somos parte de
esa energía!
A partir de ahí, comencé a ofrecerme para aliviar dolencias
de familiares y de todo aquel que se me cruzara y al que yo pudiera ayudar.
Descubrí que mis manos se ponían muy
calientes, que yo me sentía muy a gusto, y que la persona mejoraba.
Años más tarde, me he decidido a aprender otras terapias:
Quiromasaje, a través del cual empecé a darme cuenta de lo maravilloso y bien
construido que está el cuerpo humano; Reflexología podal, estupendo para
aliviar dolencias a personas con poca movilidad y a las que sería difícil
ayudar de otra forma; Masaje Metamórfico, tan dulce y calmante y, al mismo
tiempo, un potente liberador de
bloqueos. Lo más actual que he aprendido son
técnicas basadas en la Polaridad de la energía que circula por nuestro
cuerpo: es tan bonito encontrar donde está el bloqueo energético, poder
liberarlo y permitir que la energía fluya nuevamente en equilibrio y que la
salud retorne en todos los niveles.
Como la mayoría de las personas, llevaba tiempo buscando mi
propósito de vida. Mientras tanto he estado dando terapias en mi entorno
cercano. Por medios que no puedo divulgar, me ha sido revelado que mi propósito
de vida, como yo intuía y anhelaba, es precisamente servir a los demás y dedicarme
en cuerpo y alma a las terapias.
Así que aquí estoy, ofreciendo todo lo que sé
y todo lo que soy: un canal para la sanación.